Campaña terrestre


Obtenida la superioridad naval, las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras militares en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica. Las batallas de Pisagua, Tacna, y Arica, fueron victorias chilenas en 1880. La batalla de Tarapacá fue una victoria aliada, pero ésta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza en Tacna, y Chile siguió luchando contra el Perú.

La Capital, Lima; entonces una ciudad aristocrática, vivía desconectada del resto de Perú y subestimó completamente la situación bélica, lo que contribuyó a desestabilizar completamente su clase política y a evitar una preparación efectiva para enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. En enero de 1881, las tropas chilenas entraron en Lima, después de las batallas de San Juan y Miraflores. En esta última la propia población civil defendió sin éxito la ciudad cuando el ejército chileno atacó tres de los doce reductos. Luego de la batalla hubo incendios y saqueos en los poblados de Chorrillos y Barranco.

Las fuerzas chilenas establecieron su autoridad y se impusieron cupos de guerra a la población limeña. Se impuso el orden en la ciudad, en las zonas de ocupación, y se restablecieron las actividades. Sin embargo, este orden no evitó la salida de objetos y bienes científicos o culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros, algunos de los cuales fueron enviados a Chile, terminando otro tanto en manos de privados, de ambos países.

El dictador Nicolás de Piérola Villena se retiró de la capital para pretender seguir gobernando desde el interior del país, quien fue sustituido por un gobierno civil a cargo de Francisco García Calderón, que se negó a firmar la entrega del Departamento de Tarapacá.

Sin posibilidades de firmar la paz, el jefe de la ocupación chilena, Vicealmirante Patricio Lynch, estableció su cuartel militar en el Palacio de Pizarro en Lima y dirigió el combate contra la resistencia peruana en la sierra, en lo que se denomina la Campaña de la Breña o de la sierra, enfrentando abundantes actos de sedición en la misma ciudad y luego una resistencia claramente organizada.

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